Cuando me piden que hable sobre derechos de infancia, a menudo alguien me corta y grita “!y deberes!”. La voz siempre es la de un adulto. Sobre el derecho a la alimentación, pero, estoy segura que nadie levantaría la voz. Los niños y adolescentes requieren una atención y un cuidado especiales. El año 1989, los dirigentes mundiales decidieron que hacía falta una convención especial destinada exclusivamente a ellos. Querían asegurar el reconocimiento mundial de que niños y niñas también tienen derechos humanos. No se trata de unos derechos diferentes para los menores de 18 años, sino de establecer una protección complementaria por este grupo de población en el ámbito de sus relaciones con el Estado, con la sociedad y la familia. Así surge la Convención sobre los Derechos del niño.
Esta carta magna contiene tres grupos de derechos: los de supervivencia y desarrollo, los de protección y los de participación. Ahora nos interesan los primeros. Se trata de derechos a los recursos, capacidades y contribuciones necesarias para la supervivencia y pleno desarrollo del niño. Hay incluidos los derechos en alimentación y alojamiento adecuados, agua potable, formación académica, entre otras. No sólo exigen la existencia de medios para cumplirlos sino también su acceso.
La alimentación es esencial para mantener una buena salud. Gracias a la alimentación obtenemos la energía y los nutrientes que necesitamos para desarrollarnos, llevar a cabo las actividades diarias y resistir mejor a las enfermedades. Aun así, millones de personas en el mundo sufren graves problemas de salud porque no tienen acceso a una alimentación adecuada. Las personas más vulnerables a los efectos negativos de una escasa o inadecuada alimentación son los niños, las personas muy grandes y las mujeres embarazadas o con bebés lactantes.
No sólo situaciones de desastre de origen natural o antrópico ponen en peligro el ejercicio de este derecho. La actual crisis económica y social que vivimos dificulta a muchos niños y sus familias, no sólo los más vulnerables, disfrutar de una alimentación adecuada. La subida de precios de alimentos básicos, que provoca un aumento de la inseguridad alimentaria, ha agravado la situación de miles de niños también de países industrializados, añadiéndose así a la ya tradicional carencia de alimentos a muchas zonas en todo el mundo. La nutrición adecuada de los niños también repercute en el futuro. Y si nos fijamos en temas de género, son muchas las madres y hermanas que dejan de comer en algunos de los países afectados. Ahora no podemos dejar de banda los derechos humanos y el derecho a la alimentación es uno de esencial. Los niños, más que nunca, pueden reclamarlo. Sin ningún límite.