Alma serena
Analicemos por un momento como se desarrolla cualquiera de nuestros días y, sobre todo, analicemos a qué velocidad se desarrolla. En que ritmo se van incorporando en nuestras agendas los compromisos, las demandas, las propuestas... en el día de hoy pero casi para anteayer.
Sin darnos mucha cuenta, circulamos a unas velocidades incluso temerarias, que también sin darnos cuenta van desgastando nuestros cuerpos... unos cuerpos "físicos" que, como todo lo físico, devienen vulnerables y frágiles.
Alguien muy querido por mí, hace unos días, después de compartir una tranquila comida de trabajo se despidió de mí diciendo: "Recuerda que el mandamiento era Amar al prójimo como a uno Mismo"... Y como no decir que en nuestras profesiones, en gran parte, nos ponemos al servicio de los demás y ofrecemos nuestra estima a ellos a menudo engullidos por nuestra propia auto exigencia y por el ritmo de nuestras agendas y relojes, pero sobre todo, olvidándonos de la segunda parte de ese mandamiento, que somos nosotros mismos.
Un momento, solo un pequeño gran instante... Vale la pena pararse, abrir los ojos, mirar al horizonte, respirar y relajar la arruga de nuestra frente... Sonreír porque nos gusta aquello que hacemos, dar gracias por ello,... Pero también calmar el corazón pensando que "el mundo no se acaba" en ese instante. Es sano y saludable parar para oxigenar la mente a la vez que se nos oxigena el cuerpo, el corazón y... el espíritu.
Es muy lícito que en un mundo como el nuestro en el que la velocidad está a la orden del día, en el que haciendo un único clic lo tenemos todo, nos dejemos llevar por aquello que nos engulle y nos arrastra, pero vale la pena saber el porqué, ahondar un poco para conocer cuál es el motivo por el que nos dejamos llevar por la corriente. En la respuesta sincera, hacia aquellos con los que únicamente podemos llegar a ser sinceros al 100% si lo deseamos (que somos nosotros mismos), podemos hallar cosas desagradables como la huida o el escondernos de algo o de alguien, o podemos descubrir algo maravilloso en un latir por lo que nos gusta. Que si además son las personas que nos rodean, nos puede completar en una felicidad inmensa.
Pero conviene explorar en esto, conviene mirarnos a los ojos a nosotros mismos para comprobar lo que se nos mueve por dentro, desgranar nuestras más profundas miserias también e indagar en nuestras más grandes pasiones.
La "pasión" es otro de los grandes conceptos a investigar que dejaremos para otra ocasión en la que podamos interactuar: Pasión y educación. Todos aquellos que nos dedicamos a la ardua tarea de educar podemos reconocer en nosotros esa extraña PASIóN, ese vibrar, ese sentimiento que despierta el fenómeno de la educación... Vale la pena también investigar en cuáles son nuestras pasiones, que es aquello que nos hace SER y SENTIR.
En resumen: Amarnos a nosotros mismos para podernos ofrecer y amar a los demás. Permitir a nuestro cuerpo ser consciente de lo bueno y lo malo a lo que lo sometemos en nuestro día a día, poner nombre a las emociones que nos mueven y nos re-mueven por dentro. No olvidemos que nuestro cuerpo responde a nuestras inquietudes, nuestros dolores físicos a menudo son fruto de nuestras inquietudes emocionales...
Llevar una vida consciente, ayuda a nuestro cuerpo a hacerse fuerte, movernos en esa consciencia nos hace poner nombre a nuestras emociones, actuar con esa consciencia nos lleva a ser coherentes racionalmente en lo que pensamos, sentimos y actuamos...
Y de esa manera, nuestro espíritu, nuestra alma también se mueve, se re-mueve, se con-mueve consciente para vivir en harmonía con aquello que somos... especialmente desde el AMOR y la LIBERTAD.