Esta crisis, entre otros aspectos, comporta repensar nuestra actuación y valores. Tanto a nivel personal, como de las entidades que impulsan una acción educativa y social. El entorno ha cambiado notablemente, pero también algunas convicciones que daban sentido a nuestra propuesta.
En los años 70 y 80, con la consolidación del movimiento educativo en el tiempo libre, se habló abundantemente de que este nuevo modelo institucional tenía que promover, además de un proceso de crecimiento de la persona, una alternativa al ocio consumista, ofreciendo otras maneras de utilizar con sentido aquel tiempo fuera de la actividad obligatoria (estudio, trabajo...). Con la casi plena ocupación, y esto se aplicaba también a los niños, había que emplear el tiempo para prepararse para ser más productivo, y tener un mejor trabajo. Y hemos tendido a olvidar que hay un tiempo también necesario para disfrutar, para las relaciones personales, para encontrarse con un mismo, para potenciar las aficiones y creatividad... y que no puede ser consumista.
Ahora, nos encontramos con un tiempo libre consumista de difícil acceso para algunas personas y familias, y con un vacío cuando hemos puesto buena parte del sentido de nuestra vida en un sistema deshumanizador, frágil e injusto. Hemos vivido la necesidad de cultivar otras virtudes que den valor a nuestra existencia y de las personas que queremos, disfrutando de un tiempo libre diferente. Ahora se hace imprescindible pensar en nuevas alternativas, en encontrar la profunda utilidad de la aparente inutilidad.
Y para los educadores en el tiempo libre, es importante repensar cómo estimulamos entre los niños y jóvenes una educación para saber vivir el tiempo libre de manera diferente y creativa, enriquecedora. Los juegos, las manualidades, el reciclaje, las excursiones... o simplemente encontrarse con amigos y compartir, son buenas experiencias de crecimiento, y de encontrar sentido. Muchas de ellas económicas y sencillas. No solo educamos en el tiempo libre, sino que ahora también lo hacemos para el tiempo libre.
Posiblemente pasará demasiado tiempo hasta que la ocupación vuelva a ser casi plena, y por lo tanto, tenemos que contribuir a poner la mirada en otros valores más allá de la mera utilidad productiva. Esta re-orientación y re-educación personal es una contribución que ahora la sociedad nos pide, y que conecta plenamente con nuestra tradición y misión.