Más allá del entretenimiento
Últimamente se habla mucho de educación pero con demasiada frecuencia se olvidan sus objetivos fundamentales. El llamado informe Delorsen el año 1996 marca los fines de la educación para el siglo XXI: “La educación tiene la misión de permitir a todos sin excepción hacer fructificar todos sus talentos y todas sus capacidades de creación, lo que implica que cada uno pueda responsabilizarse en sí mismo y realizar su proyecto personal”.
El Parlamento Europeo en el año 2006 nos habla de las competencias clave para el aprendizaje a lo largo de la vida. Las personas somos competentes en la medida en que somos capaces de movilizar de forma integrada los conocimientos, procedimientos y actitudes necesarios para hacer frente de manera eficaz a una situación determinada.
Muchas competencias clave, especialmente las sociales y personales, se pueden adquirir, practicar y reforzar en otros contextos que no necesariamente son la escuela (Eurydice, 2002). El tiempo libre de carácter educativo refuerza la acción de la familia y la escuela. Se potencian las competencias personales y sociales, las del emprendimiento y las de la comunicación, las competencias digitales y las de aprender a aprender, entre otras, a través de sus actividades de grupo que resuelve problemas, afronta proyectos y gestiona los mismos adecuados a su edad y circunstancia. Se actúa a través de experiencias reales de vida y se facilitan situaciones problemáticas que permiten poner en contribución la adquisición de otras competencias más claramente académicas. Así familia, escuela y tiempo libre educativo se complementan y enriquecen mutuamente.
Lejos está del planteamiento de que los grupos de tiempo libre son espacios de mero entretenimiento (evidentemente el juego, la aventura, los proyectos y la recreación forma parte de su método de trabajo) y mucho menos exclusivamente de custodia de los menores, en un espacio en el que se encuentran “recogidos”.
Los centros de tiempo libre educativo son espacio de crecimiento y desarrollo personal y social, de experimentación en la realidad de las competencias clave para el desarrollo de las personas. Sus principios de acción-reflexión preparan a los chicos, chicas y adolescentes a tomar conciencia de su ser ciudadano corresponsable de la vida de la comunidad. Y actúan para transformar esa realidad en una experiencia personal y social positiva.
Artículo publicado en La Vanguardia.