Ocio integrador es aquel en el que todas las personas tienen cabida, es signo de calidad de vida y bienestar, es un bien necesario; y como sostiene Manuel Cuenca Cabeza en “Temas de pedagogía del ocio” (Ed. Universidad de Deusto, 1995), “es un derecho del ser humano”, jurídicamente reconocido.
Las actividades de ocio sufren las mismas limitaciones que el resto de actividades que se desenvuelven en nuestra sociedad, pero si a esto sumamos las restricciones que sufren un importante número de ciudadanos, nos encontramos con sectores de población que tienen denegada su participación en la vida económica, social, política y cultural. Estos ciudadanos han perdido su participación en una o varias de las formas de relación social, quedando al margen de las mismas.
Como profesionales, deberíamos preguntarnos si es posible generar en ellos prácticas dentro del tiempo libre donde prime la libertad sobre la necesidad, y que nos permitan modificar su actual situación de desvinculación. Aunque no cabe duda de que estos espacios de participación son difíciles de recuperar, la respuesta es sí.
Las actividades de tiempo libre son, por tanto, un medio que les permite recuperar la sociabilidad perdida, haciendo del tiempo de ocio un espacio de transformación de su realidad circundante, que consiga su tan necesaria inserción. Para ello, la experiencia ha de ser positiva, creativa, satisfactoria, sostenible, inclusiva y solidaria.
Para conseguirlo se precisa, en primer lugar, de profesionales conocedores de la diversidad y capaces de responder a las necesidades de la persona, de la misma manera en que se responde al resto de la población; y en segundo lugar, una sociedad más integradora que respete, conozca y asuma la diferencia evitando las situaciones discriminatorias. Pero esto no sucede así. Al ser humano y a la sociedad, les cuesta asumir e interiorizar los cambios, es por ello que aunque la importancia del ocio es cada vez mayor, la sociedad realmente no ha planteado una oferta en la que quepamos todos. Aún queda mucho por hacer.
Un nativo americano dijo “alguien hizo un círculo para dejarme fuera, y yo hice uno más grande para incluirnos a todos”. Hagamos pues ese círculo más grande y arranquemos con nuestras actividades de ocio ese motor integrador.