Era sábado, salía de una reunión hacia las nueve de la noche y me topé con más de 200 jóvenes en una acera de la calle. Les observé unos minutos, mientras caminaba, ya que llamaba la atención ver a tanta gente joven, de entre 15 y 19 años, junta: había una discoteca. Un grupito estaba tirado en el suelo, haciendo botellón; otro grupo ocupaba el carril bici e increpaba a los ciclistas que pasaban; en una esquina, tres chicos más adultos forzaban a un joven que no se mantenía en pie a que les diera las zapatillas mientras ningún compañero le ayudaba; de fondo, una serie de comentarios hacían prever una pelea que comenzó al cabo de unos segundos, mientras unos cien jóvenes corrían para ver los detalles sin hacer nada para ayudar a los implicados.
Esta también es nuestra juventud y ningún adulto puede ser indiferente. Son nuestros jóvenes que se miran a sí mismos, olvidándose a menudo de lo que tienen alrededor. Jóvenes que tienen problemas en los institutos, que ven la vida pasar desde el banco de la plaza... pero a la vez, jóvenes "normales y corrientes" de nuestra sociedad, con las inseguridades y miedos propias de la edad, que reclaman atención y ayuda para seguir creciendo. Y es con estos jóvenes que necesitamos trabajar y poner en valor el papel de todos los agentes educativos: la familia, la escuela, la calle, los otros ciudadanos, los amigos, los educadores de los centros abiertos y diarios, los monitores de los espacios de ocio donde se mueven y, por supuesto, el tiempo libre educativo.
Nos corresponde confiar en ellos, creer en sus posibilidades y no esperar a que esto de la adolescencia, como si fuera una enfermedad, se cure sola. La educación de nuestros jóvenes es algo muy importante y solo con dedicación, educándolos en valores y enseñándoles que hay muchas maneras de disfrutar de la vida y de ayudarse a sí mismos y a los demás, podremos conseguirlo. Lanzo esta reflexión para aquellos que tenemos la inquietud de construir un mundo mejor, acompañando en su crecimiento a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, sin olvidar, por supuesto, a todos aquellos adolescentes y jóvenes que optan por opciones de vida saludables y solidarias.