La “Conservación medioambiental” es un concepto peligroso y obsoleto, dada la realidad en la que malvive nuestro medio ambiente.
Peligroso porque es dejar exclusivamente en el tejado de los “contendientes” la batalla por conservarlo o por desangrarlo. En un lado, los “buenos” (científicos, ecologistas, personas bienintencionadas, mecenas y gestores honrados, entre otros). En el lado de los malos (sin comillas), multinacionales, gobiernos espúreos, amas y amos de casa miopes y gestores cuyo fondo de pantalla se resume a una tabla de Excel.
El medio ambiente está perdiendo esta batalla, en manos de los que controlan el sistema de producción y consumo que nos devora.
¿Qué pinta el Tercer Sector aquí? Se dirá…: “Ya trabajamos la educación ambiental, ya reciclamos y ya nos escandalizamos con la imparable degradación ambiental”. ¿Podemos hacer algo más?
No podemos. DEBEMOS. Y no solo porque cualquier ser humano es el primer interesado en conservar y luchar por el planeta que nos permite vivir (dándonos agua, aire, materias primas, energía, comida, paz, sabiduría…). También debemos entrar en esta batalla desde la identidad y coherencia del sector social organizado, que se identifica como comprometido con la justicia y el bienestar social de comunidades y personas.
La problemática medioambiental ha dejado de ser una cosa exclusivamente “Medioambiental” del ámbito de la naturaleza, lo bonito, el campo, las flores y los pájaros; para ser “Socioambiental”. Las sociedades serán más justas, equitativas, solidarias, saludables y vivirán con mayor bienestar tanto en cuanto el medio físico y natural en el que se desarrolla TODA SU VIDA sea un medio justo, equilibrado, sano y que genere bienestar.
Así pues, es coherente y responde a nuestra identidad y misión que las entidades sociales y educativas nos agreguemos a la batalla por mejorar la sociedad desde proyectos y acciones de voluntariado medioambiental (socioambiental), conservación de nuestro patrimonio natural y lucha ante los que lo están poniendo en riesgo, poniendo en riesgo a la vez el propio estado de bienestar de las sociedades y de todas las personas que en ellas viven.