“Jesús tomó el pan en sus manos, y dando gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En ese momento se les abrieron los ojos…” (Lc 24, 30-31).
La comensalidad ocupó un lugar destacado en la práctica de Jesús: con frecuencia, se le ve compartiendo la mesa con unos y otros, con "pecadores", pero también con fariseos, como Simón, o con jefes de recaudadores, como Zaqueo; así como con la multitud, en la "multiplicación de los panes".
Lucas nos presenta cómo los discípulos se sientan con Jesús para celebrar y compartir el pan; hoy en día la comunidad se une en fiesta para celebrar la vida y la alegría de estar juntos. Cada vez que nos reunimos en torno a la misma mesa y partimos juntos el pan, en ese instante, los ojos del cuerpo no ven al Señor, pero los ojos del corazón lo perciben y reconocen. Cristo ya no está “fuera”, sino en el “corazón”, que ahora notan arder; por eso, se sientan en la misma mesa, comparten el pan y reconocen la presencia de Jesús en medio de ellos. Así, la pastoral juvenil es una oportunidad privilegiada para celebrar a ese Dios que está en la vida, aunque a veces aparezca como un desconocido.
Sentarse en torno a una mesa tranquila en la que el tiempo se detiene, es un espacio privilegiado para compartir vida y trabajo, es un espacio propicio para la escucha y el diálogo, en el que podemos transparentar lo que somos y vivimos. Espacio para escuchar con atención al otro diciéndole “me interesas tú y lo que estás diciendo”. La empatía nace del compartir el sentir con los demás. Podemos ponernos en su piel sólo si somos capaces de reconocer, despertar, vivir, acoger y compartir nuestras propias emociones.
Aunque en muchas etapas de la vida podamos caminar más o menos solos, en realidad no estamos solos, hay muchas personas que caminan a nuestro lado. Si intentáramos ir siempre solos, posiblemente nos perderíamos por el camino. Por eso es necesario dejarnos acompañar por personas con experiencia en su propio desarrollo personal, especialmente los que por profesión o vocación nos dedicamos a la educación de niños y jóvenes en el ámbito de la educación.
Margaret Silf nos recuerda que “el futuro no es un lugar al que nos dirigimos, sino algo que creamos; los caminos hacia él no se encuentran, sino que se construyen, y la construcción de esos caminos cambia tanto al constructor como al destino”. Construyamos espacios para compartir y construir futuro junto a niños y jóvenes desde el tiempo libre educativo.